Causas de la Primera Guerra Mundial
1 – El imperialismo y el colonialismo:
Con el comienzo de la Segunda Revolución Industrial en el año 1850 se inició un enorme desarrollo económico en Europa que paralelamente dio comienzo a un doble proceso: el nacimiento del Imperialismo Europeo y el proceso de colonización masiva de África. A partir de 1870 las tres grandes potencias europeas: Gran Bretaña, Francia y el Imperio Alemán se lanzaron a la conquista de África, buscando establecer colonias que abastecieran a sus países de las tan necesarias materias primas que devoraba la gigantesca industria desarrollada con dicha Revolución Industrial. A la vez de asegurarse materias primas a un precio muy bajo, las colonias les servirían de mercados secundarios a los cuales exportar algunos de los excedentes europeos, ya que los colonos europeos establecidos en África y en Asia demandaban la adquisición de productos acordes a sus necesidades y a una forma de vida occidental. Querían vivir en las colonias como en sus casas de Europa, y ello exigía la compra e importación de productos europeos. Además, estas colonias eran ideales para absorber el exceso de población que las grandes potencias sufrían a consecuencia de la mejora del nivel de vida y los adelantos médicos (entre 1850 y 1914 se duplicó la población europea).
Por otro lado, las sucesivas guerras coloniales, entre europeos e indígenas, permitieron un gran desarrollo de la industria militar, la cual tenía en estas guerras un campo de experimentación perfecto para probar las nuevas armas y explosivos desarrollados en sus fabricas europeas.
Resumiendo, las colonias permitieron a las grandes potencias crear unos mercados económicos artificiales que proporcionaron las materias primas necesarias para el gigantesco desarrollo industrial y tecnológico que vivía Europa además de generar una vía de salida para el exceso de población.
Todos estos avances hicieron que el nivel de vida mejorara mucho en Europa y la sensación de prosperidad unida al sentimiento nacionalista generó que el imperialismo se convirtiera en la ideología política preponderante: las grandes potencias creían que debido a su superioridad cultural y económica (que unido a las creencias racistas de la superioridad de la raza blanca sobre el resto de razas) les otorgaba el derecho de gobernar y explotar económicamente a todos aquellos que eran inferiores a ellos (darwinismo social). Ya no eran naciones, eran imperios destinados a gobernar el mundo.
Esta doctrina imperialista era difundida primordialmente por el Imperio Británico y a su imitación surgieron modelos similares en las otras dos grandes potencias de Europa: Francia y Alemania. Cada una de estas tres grandes potencias pretendía imponer su voluntad en Europa y para ello debían superar a sus rivales e impedir que pudieran competir con ellas. Obviamente la única solución para resolver esto y que una potencia pudiera obtener la supremacía total era la guerra.
Un claro ejemplo del ambiente bélico que generaba el imperialismo fueron los diversos choques y conflictos diplomáticos entre potencias durante la carrera por establecer nuevas colonias en África. El más famoso de los choques entre potencias para dominar un determinado territorio fue el “Incidente de Fachoda”, Sudan.
En 1898 una expedición francesa de 160 hombres llegó a Fachoda, en el sur de Sudan, y reclamó el territorio para Francia, sin embargo, poco después apareció un poderoso ejercito británico que obligó a los franceses a abandonar el territorio, ya que los británicos habían establecido un protectorado en Egipto y Sudan, y, teóricamente, Fachoda era parte de su territorio . Este incidente fue toda una humillación para el orgullo francés y puso a ambas potencias al borde de la guerra, sin embargo, Francia decidió finalmente ceder a las pretensiones británicas sobre el dominio de Egipto y Sudan, a cambio de que esta potencia reconociera las pretensiones francesas sobre Marruecos. Este acuerdo fue el inicio de un acercamiento político entre ambas potencias cuyo objetivo era defender sus respectivas posesiones coloniales de la intromisión de otras potencias. Este acuerdo repartía de facto África entre ambas potencias, frenado por completo las aspiraciones del Imperio Alemán de establecer mas colonias en dicho continente.
Para Alemania este reparto franco-británico de África era inaceptable, ya que impedía que los alemanes establecieran nuevas colonias, algo que consideraban vital para proseguir su crecimiento económico. Si Alemania pretendía obtener más colonias en África y Asia tendría que arrebatárselas a sus dueños con el poder de sus ejércitos.
Así pues, el colonialismo desenfrenado y la competencia entre potencias había generado un problema cuya única solución era elegir entre la guerra o el desaceleramiento económico. El imperialismo y el orgullo nacional hacían que la opción bélica fuera siempre la primera opción a elegir.
Así pues el colonialismo y el i